lunes, 19 de octubre de 2009

Altares y flores

La familia de Filomeno, un agricultor michoacano que expiró hace mucho tiempo, construye cada año –y éste no podía faltar- un altar que atraviesa el garaje en su honor. En él colocan todo lo que a Filomeno le gustaba: una taza de café, cigarros, tequila, frutas y sus platos preferidos. Orgullosos, ofrecen a los vecinos los manjares de Filomeno, que desde la ultratumba comparte con los demás los bienes que le quedan.

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